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Guardianes de la salud mental de nuestros estudiantes
Enero 24, 2024
Artículo de Ignacio López, Dr. en Filosofía por la Universidad Católica Argentina y Master of Arts por la University of Chester*.
Si pensamos en el mundo educativo en general y en el rol docente en particular, es probable que las cuestiones vinculadas a la salud mental no estén entre las primeras cosas que se nos vienen a la cabeza. ¿Salud mental y educación? ¿Salud mental y aprendizaje? Antes no estaban en el radar. Pero ahora, poco a poco, están empezando a aparecer, ¡y cada vez más! ¿Por qué? Ya no son casos excepcionales; si tenemos en cuenta las diversas problemáticas que aborda la salud mental (TDAH, autismo, depresión, ansiedad, anorexia, entre otros) estamos hablando de un gran porcentaje de alumnos afectados por esta realidad.
Si bien es cierto que el docente no está llamado a ser un psicólogo o psiquiatra dentro del aula, capaz de brindar asesoramiento y tratamiento clínico a las distintas patologías mentales, su compromiso con la búsqueda del desarrollo integral de los alumnos incluye necesariamente estar atento a esta realidad y acompañar del mejor modo posible cada situación particular. A fin de cuentas, la persona es un todo compuesto de múltiples dimensiones interconectadas entre sí, de modo tal que no es posible lograr un crecimiento sano e integral si alguna de estas dimensiones, entre las cuales se encuentra la psicológica, presenta dificultades para desarrollarse correctamente.
Al mismo tiempo, si no estamos formados en esta temática particular corremos el riesgo de caer en reduccionismos o conclusiones erróneas respecto de nuestros alumnos. En efecto, con frecuencia sucede que se califica equivocada y apresuradamente de perezosos, desafiantes o negligentes a alumnos que, en realidad, pueden estar lidiando con alguna patología que afecta su correcto crecimiento y frente a la cual no poseen los recursos necesarios para superarla. La salud mental es un aspecto imprescindible de un desarrollo sano de la personalidad.
Si, como decíamos, la vocación docente está comprometida con el desarrollo integral de la persona, entonces debemos capacitarnos y hacernos de herramientas concretas que nos permitan acompañar de la mejor manera a nuestros alumnos en estos desafíos, que, dicho sea de paso, son cada vez más agudos y frecuentes.
¿Qué podemos hacer, entonces, como docentes, para brindar un buen acompañamiento a nuestros alumnos en materia de salud mental? En esta oportunidad compartimos cuatro ideas básicas pero suficientemente importantes como para empezar:
1. Comprender correctamente el rol docente y sus alcances
Tal como decíamos, es muy importante tener siempre presente que el docente no es el psicólogo ni el psiquiatra de la escuela, lo cual no significa que el docente no tenga nada para aportar en cuestiones de salud mental. Por el contrario, muchas veces debido a la frecuencia con la cual interactúan con los alumnos, los docentes suelen ser una pieza clave en la detección y el posterior acompañamiento de este tipo de problemáticas. Por lo tanto, comprender correctamente el rol docente implica no sólo asumir un rol activo y protagónico en el cuidado de la salud mental de los alumnos, sino también aprender a derivar y a confiar tanto en los demás agentes educativos como en los especialistas médicos.
2. Trabajar en equipo
En línea con lo anterior, el hecho de que el docente no esté llamado a asumir todo el acompañamiento de los alumnos supone también aprender a trabajar en equipo tanto con los demás miembros de la comunidad educativa como con los agentes externos. En efecto, los alumnos que presentan dificultades vinculadas a la salud mental, como pueden ser los casos de TDAH, trastornos de ansiedad o de conducta, anorexia nerviosa, autolesiones o cualquier otra patología similar, requieren un acompañamiento sistémico y colaborativo, en donde todos los adultos responsables que rodean al niño, a saber, padres, tutores, directivos, docentes y médicos, ocupan un rol particular y específico. En el caso de los docentes, su gran aporte está en la cercanía con los alumnos, la cual se alimenta manteniendo una comunicación fluida y, sobre todo, asertiva con ellos.
3. Capacitación para la identificación de trastornos
Naturalmente, para poder detectar correctamente posibles casos de diversas patologías es imprescindible aprender a distinguir los distintos signos de alarma, evitando confundirlos con los procesos madurativos naturales de la persona. No todo niño que se distrae tiene TDAH, ni todo alumno que presenta problemas de disciplina tiene un trastorno de conducta. Aprender a distinguir las problemáticas normales y esperables dentro de la vida escolar de los trastornos vinculados a la salud mental es crucial para poder detectar pronto y acompañar correctamente los casos que presentan una afección real de la salud mental del alumno, sin por ello perder de vista ni dejar de acompañar a los demás alumnos, que aunque no presenten una patología específica, necesitan igualmente de nuestra presencia y acompañamiento.
4. Capacitación en el cuidado del grupo
Por último, el cuidado y el acompañamiento del alumno con dificultades vinculadas a la salud mental no debe hacernos perder de vista al resto del grupo. En efecto, parte del buen acompañamiento de este tipo de problemáticas consiste en evitar lo que se conoce como el “efecto contagio”, típico, por ejemplo, en los trastornos de alimentación. Para esto, es importante aprender a manejar con cautela y prudencia la información, como así también adquirir herramientas para atender las inquietudes de los compañeros y abordar la situación con el resto del grupo de la mejor manera posible. En la misma línea, también es fundamental procurar que la asistencia brindada al alumno afectado por parte del resto del grupo sea repartida entre varios compañeros, evitando así que todo el acompañamiento recaiga solamente en uno de ellos.
En tiempos frenéticos, tecnológicos y muy marcados por la superficialidad y el progreso material, el cuidado de la salud mental es cada vez más prioritario en nuestras escuelas, pues, parafraseando a Nietzsche, su sigilosa gestación, con pisadas de paloma, puede traer las peores tempestades a la vida de nuestros estudiantes. Para evitar esto debemos mirar de frente el desafío, asumiendo que, por diversos motivos, la salud mental de nuestros alumnos se encuentra hoy en día particularmente amenazada.
Para cuidarla, no sólo debemos zambullirnos en el mundo de los trastornos mentales sino también, —y esto es lo más importante—, profundizar los vínculos con los alumnos. Solo quien conoce en profundidad a sus alumnos puede ser auténtico protector y guardián de su salud mental y acompañarlo realmente en su desarrollo pleno e integral.
*Ignacio López es Profesor, Licenciado y Doctor en Filosofía (UCA). Magíster en Estudios Religiosos (University of Chester - UK). También realizó estudios de Teología en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Actualmente es anfitrión del podcast Pare, mire, escuche y se desempeña como docente, investigador y desarrollador de contenido online. Autor de los libros Peregrinar en el amor ordenado: bienes creados y felicidad en Agustín de Hipona (2016), Plenitud de vida: reflexiones para potenciar el sentido de tu día a día (2021), Ama y haz lo que quieras: elementos para el estudio del amor en Agustín de Hipona (2022) y Religious education: an opportunity for spiritual development (2022).