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¿Cómo hablar de temas complejos en el aula?

Julio 26, 2024

Artículo de Melania Suárez, Profesora y Licenciada en Filosofía por la Universidad Católica Argentina*.

       “Profe, ¿el poliamor funciona?” “¿Se puede estar enamorado de dos personas a la vez?” “¿Qué pensás del sexting?” “¿Te gosthearon alguna vez?” “¿Qué tiene de malo ver porno?” “Tengo un amigo que se instaló Tinder y miente con su edad para salir con chicas más grandes…” “Tengo una amiga a la que el novio le controla todo lo que hace, cómo se viste, con quién está a todas horas, no la deja tener amigos varones…” “¿Alguna vez le mentiste a tus viejos para poder encontrarte con alguien?  Los papás de mi amiga creen que está yendo a cerámica pero en realidad en esa hora se ve con el ex de su mejor amiga…”.


Si sos docente, tutor o trabajás con adolescentes, seguramente alguna de estas preguntas te debe sonar, ya sea porque te las hicieron o porque algún colega te comentó. Uno de los principales desafíos a los que nos enfrentamos quienes trabajamos en educación es el de saber abordar con altura y delicadeza a la vez, temas que son, por así decirlo, “complejos”: principalmente en torno a la sexualidad y al consumo de sustancias.


​Dado que este tipo de cuestionamientos puede resultar incómodo, es común que tendamos a evadir este tipo de situaciones y, en vez de dar una respuesta adecuada, no demos lugar a que se genere el diálogo. Si bien es fundamental que fomentemos el diálogo de los alumnos con sus padres, desde el colegio podemos dar ese espacio para que puedan conversar con nosotros.


Llegar a la instancia en la que los alumnos hablen y nosotros escuchemos requiere antes una condición esencial: que seamos capaces de generar ese clima sagrado para que ellos puedan abrirse; para que puedan plantear sus inquietudes. Si nuestra actitud es la de un juez que está esperando para dar su veredicto, o la de una persona que se horroriza ante aquello que preguntan o cuentan, o la de alguien que está temeroso o ansioso por responder, difícilmente se sientan en la confianza de poder contar o preguntar lo que les pasa. ¿Cómo hacemos, entonces? 


En nuestro curso Educación sexual en el aula, el prof. Juan Francisco Suárez nos da algunas ideas que pueden ayudarnos:



1. Escuchar con todos los sentidos


​Para poder conversar, es crucial primero aprender a escuchar. Esta escucha no es meramente pasiva, sino que requiere de toda nuestra participación. Es fundamental prestar atención a las palabras, el tono de voz, el lenguaje corporal y las expresiones faciales. Esto ayuda a comprender mejor las inquietudes y emociones de los alumnos y a responder de manera más asertiva.



2. Generar un ámbito para recibirlos tal como son

​El miedo a ser juzgado puede impedir que los estudiantes hablen abiertamente sobre temas sensibles. Es fundamental que trabajemos en crear un espacio seguro, donde los alumnos sientan que pueden compartir sus pensamientos sin temor a la crítica o el ridículo. Para ello es importante mostrarnos abiertos, honestos, empáticos y comprensivos.



3. Reconocer desde dónde viene la pregunta; descifrar la intención


Cuando un estudiante hace una pregunta, es importante intentar entender la intención detrás de ella. ¿Está buscando información, expresando una opinión, compartiendo una experiencia personal o hablando desde sus sentimientos? Descifrar esto permite ofrecer respuestas más adecuadas y relevantes.


4. Reconocer desde qué nivel se hace la pregunta


​​Las preguntas pueden surgir desde diferentes niveles: informativo, opinión, historias de vida o sentimientos. (Por ejemplo, no es lo mismo si alguien habla de una estadística de cuántos casos de abuso se dan en un país, o de un caso que salió en las noticias, que si alguien comparte su propia experiencia o la de un familiar o amigo cercano). No es lo mismo hablar de datos, que pueden ser más fríos y ajenos a nosotros, que hablar desde la propia vivencia y experiencia, atravesada por sentimientos y toda una gran carga emocional. Es por ello que ser capaces de reconocer desde qué nivel se hace la pregunta nos permite elaborar una respuesta de manera más precisa y significativa, atendiendo a las necesidades específicas del estudiante en ese momento.




A pesar de las dificultades que no son menores en el contexto cultural actual, es necesario y urge que nos interesemos por involucrarnos para poder acompañar a nuestros jóvenes en esta etapa crucial de sus vidas. Como decía en las notas anteriores, lo más importante es que se sepan amados incondicionalmente por nosotros, que sepamos transmitirles que nos importa lo que les pasa, que pueden contarnos lo que sea, que queremos su bien y su felicidad. Y que sepan que en casa y en la escuela pueden tener ese puerto seguro al cual acudir cuando lo necesiten.






*M. Melania Suárez es Profesora y Licenciada en Filosofía por la Universidad Católica Argentina (UCA), lugar en el que también realizó estudios de posgrado sobre Logoterapia y Análisis existencial. Actualmente se desempeña como docente y tutora en nivel secundario, como docente en nivel terciario, es anfitriona del podcast Con corazón inquieto, y trabaja como coordinadora de cursos en Integralis.