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Los lenguajes del amor 

Diciembre 01, 2023

Artículo de Ignacio López*, Dr. en Filosofía por la Universidad Católica Argentina y Master of Arts por la University of Chester. 

​Amar y ser amado, esa es la cuestión. Difícilmente pueda encontrarse alguien que no esté de acuerdo con esta idea. No obstante, sabemos que el arte de amar no es tan sencillo y espontáneo, sobre todo cuando pretendemos hacerlo bien. En efecto, no solamente es cierto que en nombre del amor a secas pueden hacerse cosas muy nocivas, sino que también puede suceder que grandes actos de amor pasen totalmente desapercibidos por sus propios destinatarios. Esto último representa uno de los grandes desafíos de las relaciones de pareja: ¿Cómo hacer no solamente para querer bien y ordenadamente al otro sino también para que él o ella perciba ese amor y se sienta realmente querido?

​En 1992, Gary Chapman, un autor y consultor matrimonial americano publicó un revolucionario libro en torno a esta cuestión titulado “Los cinco lenguajes del amor”. La tesis central de esta obra, corroborada en muchísimas horas de consultoría y terapia de pareja por el propio autor, es que existen múltiples formas de manifestar y percibir amor, a las cuales Chapman denomina lenguajes. Según este autor, existen cinco lenguajes del amor, a saber, el contacto físico, los regalos, los actos de servicio, el tiempo de calidad y las palabras de afirmación. Veamos brevemente cada uno de ellos.


  1. Contacto físico: lenguaje que se expresa a través de expresiones físicas de cariño, tales como un beso, un abrazo o una caricia.
  2. Los regalos: lenguaje que se expresa a través de regalos materiales, tales como chocolates, flores, recordatorios, etc.
  3. Los actos de servicio: lenguaje que se expresa a través de acciones desinteresadas que buscan el bien del otro, como por ejemplo, preparar una comida, buscar a la otra persona por el trabajo y llevarla hasta su casa, ofrecerle el propio abrigo o llevarle el desayuno a la cama.
  4. El tiempo de calidad: lenguaje del amor que se expresa cuando se pone toda la atención en la otra persona y lo que se está haciendo o compartiendo con ella. Un claro ejemplo puede ser cuando se comparte una comida sin mirar el teléfono o atender a otras cosas, o bien cuando se renuncia a otras actividades para estar plenamente disponible para el otro
  5. Palabras de afirmación: lenguaje del amor que se expresa verbalmente, con expresiones de cariño tales como, “te quiero”, “te extraño”, “¡qué linda estás!”, “¡Gracias por todo!”, etc.


​Más allá de esta distinción, lo verdaderamente importante es, en primer lugar, aprender a reconocer cuál es el lenguaje del amor propio y el de la otra persona. En efecto, si bien algunas personas pueden tener más facilidad para expresar amor de diversas maneras, lo cierto es que todos tenemos un lenguaje primario a través del cual tendemos, la mayoría de las veces, a manifestar y percibir el amor. Atender a esta cuestión es fundamental, ya que, según Chapman, en muchos casos los conflictos o desencuentros en las relaciones afectivas no se deben tanto a que las personas realmente ya no se quieren sino más bien a que los implicados no logran reconocer adecuadamente los lenguajes del amor propios y ajenos, lo cual usualmente conduce a pensar equivocadamente que el otro ya no está interesado en la relación o que no se esfuerza por expresar amor.

​No obstante, es importante recordar que reconocer el lenguaje del amor propio y del otro no resuelve toda la cuestión, ya que saber cuál es la forma principal en la cual el otro se siente querido no nos garantiza que efectivamente podamos siempre expresar nuestro amor a través de ese canal. De hecho, cada persona tiende a percibir y expresar amor según su lenguaje primario, de modo tal que si no hay coincidencia en ese aspecto, es probable que las expresiones de amor dentro de ese vínculo requieran un trabajo conjunto por parte de ambos.

​¿Significa esto que solamente tendrán éxito las relaciones en donde ambas personas tienen el mismo lenguaje primario? Por supuesto que no, porque, al igual que como sucede en las demás dimensiones de la persona humana, las tendencias primarias nos condicionan, pero no nos determinan. Aplicado a nuestra temática, esto significa que, si bien tendemos a expresar amor de un modo determinado, es posible aprender a hablar los demás lenguajes del amor. Naturalmente, esto implica esfuerzo, dedicación, voluntad y, sobre todo, desarrollo de buenos hábitos, todo lo cual refiere a la dimensión activa del amor, que es crucial para que una relación afectiva sea exitosa.

​En efecto, el amor no se reduce a una cuestión meramente pasiva, como si fuese simplemente algo que nos sucede desde afuera. Ciertamente, las personas no eligen de quién enamorarse, pero este es solamente el primer paso, el puntapié inicial. Luego del enamoramiento comienza lo verdaderamente importante en la relación afectiva, que es su dimensión activa. Con esto hacemos referencia a todos los actos libres, conscientes y voluntarios con los que los implicados en una relación interpersonal alimentan su vínculo, lo renuevan y lo profundizan. Esto es una elección que aquellos que se aman y quieren conservar su relación deben hacer todos los días.

​Dentro de este aspecto activo del amor se encuentra el reconocimiento y la atención a los lenguajes del amor. En efecto, el amor es como un músculo que si no se entrena cotidianamente, se atrofia. De la misma manera, cuando dos personas están en la etapa del enamoramiento, la intensidad del amor incipiente hace que resulte mucho más fácil expresar afecto de múltiples maneras. No obstante, cuando esa intensidad disminuye, las personas van paulatinamente volviendo a su lenguaje primario, lo cual puede dar lugar a desencuentros. En este punto, si los implicados conocen el lenguaje del amor primario del otro y quieren trabajar por conservar y profundizar ese vínculo, podrán identificar en qué expresiones de amor deberán poner más atención no sólo para amar al otro sino también, lo cual es todavía más importante, para que el otro se sienta realmente amado.

​Compartir estos conocimientos con los jóvenes les brindará la oportunidad de aprenderlos desde temprana edad, evitando así desilusiones y fracasos afectivos en el futuro. Como docentes, podemos aprovechar espacios educativos como el de la Educación Sexual Integral en las escuelas para enfatizar que el amor y la sexualidad van de la mano y subrayar que la sexualidad es uno de los lenguajes fundamentales de ese amor.

 


*Ignacio López es Profesor, Licenciado y Doctor en Filosofía (UCA). Magíster en Estudios Religiosos (University of Chester - UK). También realizó estudios de Teología en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Actualmente es anfitrión del podcast Pare, mire, escuche y se desempeña como docente, investigador y desarrollador de contenido online. Autor de los libros Peregrinar en el amor ordenado: bienes creados y felicidad en Agustín de Hipona (2016), Plenitud de vida: reflexiones para potenciar el sentido de tu día a día (2021), Ama y haz lo que quieras: elementos para el estudio del amor en Agustín de Hipona (2022) y Religious education: an opportunity for spiritual development (2022).