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La clave está en escucharlos

Noviembre 13, 2023

Artículo de Melania Suarez, Profesora y Licenciada en Filosofía por la Universidad Católica Argentina*.

Odoo • Texto e imagen

En la era de la productividad, del multitasking  (...) p areciera que encontrar espacios para escuchar la propia voz fuera como buscar una aguja en un pajar

 Melania Suárez

        

Comprender es aliviar” nos repite hasta el cansancio la psiquiatra española Marian Rojas Estapé, poniendo el énfasis en que, cuando entendemos nuestro modo de ser, cuando entendemos lo que nos pasa, eso nos trae como consecuencia sentirnos aliviados, en paz. Esta comprensión de nosotros mismos no puede separarse del autoconocimiento. Es decir que para poder entender lo que me pasa tengo que entender primero quién soy, tengo que conocerme. Pero, ¿realmente estamos preparados para ello? 

        Esta importancia del autoconocimiento ya estaba presente en el pensamiento de los filósofos clásicos. Así lo señalaba el filósofo esloveno Emilio Komar: “Toda la vida ética está marcada entre dos principios. Uno es el "Conócete a ti mismo", inscripto en el Oráculo de Delfos, en Grecia, y del cual hizo un programa de filosofía Sócrates. Hay que entenderlo dinámicamente: conocerme siempre más y mejor. Es el punto de partida de toda vida ética, de toda realización personal. El segundo dice: "Sé lo que eres". Es del poeta griego Píndaro. Sé actualmente lo que ya eres potencialmente. En la medida en que nos estamos conociendo como somos, tenemos que realizarnos”.

    En la era de la productividad, del multitasking, de la dispersión, pareciera que todo nos empujara hacia afuera, hacia la evasión de nuestra propia interioridad. Pareciera que encontrar espacios para escuchar la propia voz fuera como encontrar una aguja en un pajar. Nos cuesta escucharnos. Pero, ¿solo a nosotros mismos?

    Consciente o inconscientemente, pareciera que estamos acostumbrados a estar en piloto automático; mientras otro habla solemos estar más pendientes en pensar qué es lo que tenemos que responder en lugar de concentrarnos en escuchar de manera atenta lo que nos está comunicando. No nos centramos en escuchar, sino en hablar. Pero si no escuchamos, ¿cómo podemos responder genuinamente a lo que se nos está preguntando? ¿Cómo podemos dar una respuesta a lo que el otro está necesitando si no lo estamos escuchando? 

      Dice Juan Pablo Berra que “Todos los seres humanos tenemos una profunda necesidad de ser escuchados”. Tal es así que sentirnos escuchados por personas significativas para nosotros tiene un impacto directo en nuestra autoestima: el saberme escuchado hace que, en consecuencia, me sienta querido, valorado, importante. En cambio, la falta de escucha “nos despersonaliza, nos aleja de la mirada y el gesto afectuoso de los otros”, lo que puede desencadenar consecuencias realmente severas. Nos dice Berra que, en su experiencia de tratar con decenas de adictos, ha comprobado que todos tenían algo en común: “ninguno de ellos fue suficientemente escuchado. A veces están atados a la vida por el afecto de una abuela o un amigo. Pero sólo sobreviven. Detrás de cada adicto hay muchas personas de su entorno más cercano que no han podido o no han sabido escuchar”.

    Si sentirnos escuchados nos resulta vital como seres humanos, cuánto más importante resulta ser la escucha en la infancia y la adolescencia, etapas de crecimiento cruciales y caracterizadas por una gran vulnerabilidad. Que un niño o adolescente no se sienta escuchado implica probablemente que tampoco se sienta querido, valorado, estimado, valioso. Esta falta de autoestima impactará en su relación consigo mismo, con su entorno y con el aprendizaje. Pues, si experimento que mi vida no es valiosa, entonces sentiré que no tengo nada valioso que ofrecer a los demás. Si no tengo una buena autoestima, difícilmente podré sentirme capaz de entender en el aprendizaje, de pensar que voy a poder alcanzar mis objetivos. Si no me conozco, no voy a poder entenderme, y si no logro comprender quién soy, cómo soy, cuáles son mis debilidades, mis fortalezas, difícilmente podré gestionar lo que me pasa, gestionarme a mí mismo. 

     En la actualidad cada vez resulta más amplia la “oferta” de adicciones: desde el alcohol y el consumo de sustancias, hasta el abuso de las pantallas, la pornografía y ahora también las apuestas online. Los niños y adolescentes son los más susceptibles de poder caer en este tipo de conductas, tan destructivas para sí mismos y sus entornos. 

    Como padres y educadores tenemos la gran tarea y el deber de brindar herramientas para que nuestros hijos y alumnos puedan conocerse, comprenderse y saber gestionarse a sí mismos; respetar y respetarse, saber decir que “no” cuando algo vaya en contra de su integridad o la de los demás. Sin duda todo esto es fundamental. Pero también y no menos importante, es clave enseñarles a escuchar, a sí mismos y a los demás. Por ello, no nos cansemos de generar espacios en los que se sepan escuchados, contenidos, y, sobre todo, incondicionalmente queridos y aceptados. Que sepamos transmitirles la confianza necesaria para que puedan acudir a nosotros para contarnos cuando lo necesiten y para contarnos lo que sea, sabiendo que vamos a acompañarlos pase lo que pase. Enseñemos a escuchar escuchando. De esta manera contribuiremos a ayudarlos para que puedan desarrollar plena y sanamente su identidad.



*M. Melania Suárez es Profesora y Licenciada en Filosofía por la Universidad Católica Argentina (UCA), lugar en el que también realizó estudios de posgrado sobre Logoterapia y Análisis existencial. Actualmente se desempeña como docente y tutora en nivel secundario, como docente en nivel terciario, es anfitriona del podcast Con corazón inquieto, y trabaja como coordinadora de cursos en Integralis.

Referencias bibliográficas:
Berra, Juan Pablo, De heridos a amantes. Siete etapas para transformar el sufrimiento personal y social, Buenos Aires, Agape Libros, 2015, págs. 276-279.
Komar, Emilio, La verdad como vigencia y dinamismo, Ediciones Sabiduría Cristiana, Buenos Aires, 2006, pág.31