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Fomentar un estilo asertivo

Febrero 07, 2024

Artículo de Melania Suárez, Profesora y Licenciada en Filosofía por la Universidad Católica Argentina*.


​Como padres y educadores buscamos incansablemente que nuestros hijos y alumnos tengan una educación integral. Queremos que puedan explotar todas sus potencialidades, que todas las áreas queden, de algún modo, “cubiertas”. Sin duda anhelamos que puedan desarrollar una personalidad sana, una buena autoestima y que sean capaces de tener vínculos sanos.

​Sócrates decía que el rol del educador es el de acompañar al alumno a que él descubra por sí mismo la verdad que habita en su interior. Análogamente, el psiquiatra Viktor Frankl decía que la labor del psicoterapeuta no era la de imponer al paciente un juicio de valor, porque la verdad cae por sí misma, sino que su labor se asemeja a la del oftalmólogo: trata de lograr que el hombre pueda ver la realidad, el mundo como en verdad es; que asuma sus propias responsabilidades. Siguiendo estas dos ideas, podríamos decir que los educadores tenemos como tarea acompañar a otros, dándoles las herramientas adecuadas, para que ellos mismos puedan conocer, entender y gestionar aquello que los rodea.

​De acuerdo con esto, familia y escuela tienen un mismo objetivo: el de educar personas para la vida. Siguiendo esta idea, la psiquiatra Pilar de Castro Manglano dice que el rol de los padres y de los buenos profesores es el de ser entrenadores en vida, entrenadores en virtudes. En efecto, teniendo en cuenta que la virtud no es innata sino que se adquiere a través de la repetición de actos, serán los adultos referentes quienes deberán ir mostrándole al niño el camino para desarrollar esos buenos hábitos que hacen al desarrollo integral de la persona. De esta forma, si queremos que nuestros estudiantes sean pacientes, ordenados, resilientes, constantes, prudentes, somos nosotros quienes debemos mostrarles con el ejemplo y con oportunidades concretas el camino para alcanzar dichos hábitos.

​Dentro de las muchas cosas que podemos y debemos enseñarles, hay una herramienta que resulta clave para que puedan desarrollar vínculos sanos, y es la de aprender a relacionarse de manera asertiva. Si vamos a la etimología, asertivo viene del latín assertus, del verbo asserere, que quiere decir “defender”, “asegurar”, “afirmar”. En la RAE, encontramos dos acepciones: como primera acepción, “afirmativo”; como segunda, “dicho de una persona: que expresa su opinión de manera firme y con seguridad, respetando las ideas de los demás”. La asertividad es, entonces, esa capacidad de poder comunicar nuestras ideas, emociones y sentimientos de un modo respetuoso y al mismo tiempo firme, seguro y claro.

​Como todo en educación, si queremos ser coherentes, en primer lugar se nos invita a hacer una mirada a nosotros mismos. ¿Cómo comunicamos nuestras ideas? ¿Somos verdaderamente asertivos en nuestra comunicación cotidiana? Si queremos que nuestros hijos y alumnos sean capaces de expresarse con claridad y firmeza, pero sin dejar de respetar las ideas de los demás, resulta necesario que explicitemos ese objetivo, y que además, les mostremos el camino de desarrollo de este hábito generando ocasiones en las que puedan experimentar el valor de una comunicación verdaderamente asertiva.

Ser educadores asertivos implica ser capaces de poder escucharnos a nosotros mismos, conocernos, entender nuestro mundo interior, nuestras emociones y sentimientos, saber regularnos para enseñar a regularse y dominarse a sí mismos. Saber pensar por nosotros mismos para enseñarles a pensar por sí mismos. Saber comunicar límites de una manera clara, cariñosa y firme a la vez. Todo este acompañamiento tiene la finalidad de que puedan desarrollar una personalidad sana y una buena autoestima

​¿Cómo podemos lograr comunicarnos asertivamente? Pilar de Castro Manglano nos da cuatro herramientas que pueden ayudarnos a alcanzarlo:

1. Expresar y exponer lo que vemos (esto es, datos, hechos) sin emitir juicios de valor. (Ejemplo: “Veo que en estas últimas semanas no has entregado las tareas en tiempo y forma”).
2. Expresar nuestras emociones e intenciones, lo cual facilita la empatía con nosotros. Aquí puede verse claramente nuestra tarea como facilitadores, entrenadores. (Ejemplo: “Me preocupa que el hecho de que no estés entregando las tareas perjudique tu rendimiento en esta asignatura a corto y largo plazo. Me gustaría saber qué está causando esto para poder ayudarte”).
3. Tantear las emociones e intenciones del otro. (Ejemplo: “Me imagino que esta situación no debe ser agradable para vos, seguramente te gustaría poder cumplir con las tareas. Quizás estés atravesando alguna dificultad dentro o fuera de la escuela que te impide cumplir con tus tareas… Estoy para escucharte”).
4. Realizar una petición: solicitar algo que permita una mejor comunicación o ajuste de expectativas, en beneficio de ambas partes. (Ejemplo: “Voy a darte un nuevo plazo para entregar las tareas, y tenés que comprometerte a tomar apuntes en las clases y de ahora en adelante entregar las tareas en tiempo y forma”.)

​Los chicos nos están mirando y escuchando todo el tiempo, y aunque no nos demos cuenta, muchas veces prestan más atención al modo que tenemos de decir las cosas que al contenido en sí. Dicho de otra manera: una manera no efectiva de comunicar tapa lo que intentamos decir. Detrás de nuestra forma de comunicarnos, de nuestra forma de hablar, se esconde una filosofía de vida, un modo de entender el mundo y las personas. En el modo en que hablo a una persona se esconde (sea consciente o no de ello) el modo en que entiendo lo que una persona es y cómo debe ser tratada. Y en la manera en que hablo de las personas, también se esconden mis valores, mis juicios… 

​Aprender a comunicarnos de manera asertiva nos permite tener vínculos más sanos y fuertes y educar de una manera más plena. Como docentes nos permite potenciar nuestro trabajo; como padres nos ayuda a acercarnos más a nuestros hijos. ¡Aprovechemos las miles de oportunidades que se nos regalan día a día en el aula y en casa para trabajarlo y seguir aprendiendo juntos!

*M. Melania Suárez es Profesora y Licenciada en Filosofía por la Universidad Católica Argentina (UCA), lugar en el que también realizó estudios de posgrado sobre Logoterapia y Análisis existencial. Actualmente se desempeña como docente y tutora en nivel secundario, como docente en nivel terciario, es anfitriona del podcast Con corazón inquieto, y trabaja como coordinadora de cursos en Integralis.