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Odoo - Prueba 1 a tres columnas

Cuidar la autoestima de los chicos y el humor de la familia

julio 27, 2020

Por Maritchu Seitún. Profesora en Infancia.


Los adultos recién empezamos a quedarnos en casa y en unos días veremos qué nos provoca esta cuarentena obligada por el nuevo coronavirus, pero los chicos ya hace varios días que no salen al colegio, a hacer compras, a la plaza, a sacar el perro a pasear; que no invitan amigos, que no hacen programas. Tras unos días de fricciones, las familias se fueron acomodando y armando nuevas rutinas y, por lo que veo en mi propia familia y en la gente que me consulta online, los chicos están en general tranquilos, salvo los menores de tres años que no entienden mucho y notan los ánimos cambiados y extrañan el movimiento. A partir de los cuatro, juegan entre hermanos (impensado hace quince días), leen, se entretienen. Exactamente lo mismo pasó en la epidemia de gripe A de 2009, durante la que los chicos estuvieron muchos días sin clase y sin salir a la calle.

Tan bien lo pasaron las familias ese año que, al terminar las largas vacaciones de invierno, por primera vez en muchos años las madres lamentaban que se acabaran y que sus hijos tuvieran que volver al colegio. Es decir que podemos confiar en que esta vez también vamos a encontrarle la vuelta a este encierro obligatorio. Y hasta podemos llegar a disfrutarlo.

De todos modos hoy se agrega que ambos padres están en casa y trabajan online, y tienen que encontrar lugares tranquilos para eso además de alcanzar un buen equilibrio, de modo que ninguno de ellos se encuentre sobrepasado por la situación. Se suma además que esta vez no tienen la ayuda de los abuelos, uno de los pilares en 2009: hoy, los chicos no corren peligro -o muy poco- y en cambio los mayores de 60 corren un riesgo grande y tienen que conformarse con ver a hijos y nietos a través de las pantallas. Y lo mismo ocurre en la mayoría de los casos con la poca o mucha ayuda que tuvieran para las tareas de la casa.

¿De qué manera podemos ayudar a nuestros niños? Primero y principal cumpliendo nosotros con las condiciones de la cuarentena para que finalmente se aplane la curva (o siga plana) y en algún momento no tan lejano podamos volver a la vida normal.

Información adecuada

Es importante también que les demos información a adecuada para cada edad y que los protejamos de las noticias. Es muy tentador (casi adictivo) dejar la televisión prendida todo el día para estar informados de lo que hay que hacer y saber los datos exactos del aumento de casos y aliviarnos -y a la vez preocuparnos- al ver cuánto mejor estamos que los europeos, y lo bien que nos vinieron estos quince días de «preaviso» en nuestro continente. Sin embargo, a los chicos las noticias los asustan, no tienen forma de elaborarlas y, aunque creamos que no miran ni oyen porque están jugando, sí ven y escuchan, y a todo eso se agregan nuestros comentarios ¡inevitables!. No los hacemos para asustarlos, son nuestra forma de procesar el horror o la indignación o el miedo ante lo que observamos en la pantalla.

Podemos ayudarlos cuidándonos para no agotarnos, tomar decisiones con cautela para no hacer más de lo que de verdad podemos y terminar exhaustos, malhumorados e incluso enfermos. Este es momento de hacer lo mejor que podemos y lo mejor no significa perfecto, sino aquello que nos permite seguir sonriendo y con ganas de quedarnos en casa con ellos.

Colaborar

Es el momento también de pedir ayuda a los chicos: cada uno en su edad puede sentirse útil colaborando para que el sistema familiar siga funcionando. A veces, sobre todo al comienzo, vamos a tener que repetir e insistir un poco; no están acostumbrados ni tienen la fortaleza ni la capacidad de hacerse cargo solos de sus tareas. Pero si no colaboran se van a sentir culpables, o los vamos a hacer sentir culpables cuando, agotados, empecemos a gritar y a buscar responsables para nuestro desorbitado estad

Esto seguramente signifique comer no tan sano, ponerse ropa no tan limpia y/o planchada, que usen un poco más pantallas de lo que nos gustaría, que la casa esté menos ordenada.

Por suerte en las tareas escolares los más grandes se arreglan bastante solos, pero acompañemos como podamos a los más chicos con lo que pide el colegio, sin desesperar, enojarnos o desbordarnos si las tareas nos superan o no llegamos a que las hagan a medida que llegan. Es más importante el humor de los padres y la familia y la autoestima de nuestros chicos que saber la diferencia entre palabras, graves, agudas y esdrújulas.

Todos estamos preocupados, nerviosos. Los chicos se dan cuenta de que algo serio pasa y que nuestra tolerancia y capacidad de sostenerlos no es la misma de siempre. Y cuando los grandes tambalean, los chicos se asustan: los más chiquitos tienden a portarse mal, dormir mal, pelearse. Los más grandecitos a veces nos cuidan portándose hiperbien y colaborando, pero no es bueno para ellos porque nos cuidan a nosotros en lugar de dejarse cuidar por nosotros.

Como leí por ahí, ojalá ellos recuerden este tiempo como el del redescubrimiento y reforzamiento de las relaciones, la intimidad, el tiempo juntos y la diversión en la familia pequeña. Tendremos muchos meses para volver a tener la casa y los chicos impecables, y para que ellos aprendan el contenido del grado que cursan.